El Propósito de la educación Montessori

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La Dra. Montessori sostenía que ningún ser humano puede ser educado por otra persona. Cada individuo tiene que hacer las cosas por sí mismo porque de otra forma nunca llegará a aprenderlas. Un individuo bien educado continúa aprendiendo después de las horas  y años que pasa en un salón de clases porque está motivado interiormente por una curiosidad natural, además del amor por el aprendizaje. Por lo tanto, la Dra. Montessori pensó que la meta de la educación temprana no debe ser llenar al niño con datos académicos previamente seleccionados, sino cultivar su deseo natural de aprender.

Este propósito se alcanza de dos maneras en el aula Montessori: primero, permitiendo que cada niño experimente la alegría de aprender por sí mismo en lugar de ser obligado; y segundo, apoyándola a perfeccionar todas sus aptitudes naturales para aprender para que así esta habilidad esté presente al máximo en futuras situaciones de aprendizaje. Los materiales Montessori tienen ese doble propósito a largo alcance, además de sus propósitos inmediatos de dar información específica al niño.

El uso de materiales individuales permite las adaptaciones necesarias a la variedad de niveles de habilidad en el aula de acuerdo al ritmo de cada niño. Un niño pequeño o más lento puede trabajar durante más tiempo con el mismo material sin retrasar a los demás compañeros de clase. Los niños más avanzados en la misma aula pueden moverse de un material a otro rápidamente, evitando así el aburrimiento al tener que esperar que los otros les alcancen. Los niños con un nivel alto de rendimiento tienen un constante desafío ante una amplia variedad de materiales y sus usos múltiples.